Las impuras

Cristiana perdió la memoria y oportunamente encontró a una «inventora», una mujer que pasa los días sentada en una terminal de autobuses observando a quienes llegan y se van mientras ella permanece en el mismo sitio, quizás intentado escribir una historia para olvidar la suya, hasta que llega esta mujer desmemoriada y le permite hacer las paces con un pasado marcado por el 20 de diciembre de 1989.

«Ya no tenemos país», dice en medio de la noche uno de los personajes de «Las Impuras»  y en ese instante se me eriza la piel. Cuando sucedió la invasión tenía apenas tres años por lo que no guardo recuerdos propios y me tocó lidiar con los ajenos, con lo que contaban mis padres, los libros escolares y documentales, pero no puedo dejar de sentirme identificada con esa simple frase, seguramente en ese momento muchos panameños se sentían sin país, sin soberanía, sin ninguna explicación que pudiera justificar dicha masacre de la que no nos hemos recuperado, pero de la que tratamos de juntar piezas para entender qué pasó aquella madrugada y responder a una simple pregunta ¿por qué?

Irónicamente, la operación causa justa ha sido una de las más injustas de nuestra historia, el barrio de El Chorrillo ardió en la madrugada del 20 de diciembre y fuera de las pérdidas materiales y de la ocupación por parte del ejercito de Estados Unidos, carecemos de una cifra oficial de fallecidos y la simple pregunta del ¿por qué? más allá de los motivos políticos de la época no se contesta tan fácilmente, menos aún cuando en la actualidad no ha sido posible reconciliarnos con esa noche, cuando aún sigue pasando como un día cualquiera del calendario previo a la navidad.

Wynter Melo hace referencia a varios aspectos de nuestra historia, desde Arnulfo Arias con sus ideas nacionalistas europeas, el 9 de enero de 1964, el derrocamiento de Arias en 1968, los días previos a la invasión, mi parte favorita más por jocosa que por el fondo del asunto, cuando menciona el programa Todo por la patria y la pregunta del personaje «¿por qué querría alguien confundirse con la selva mientras aparece en cadena nacional?» y finalmente, los preparativos relacionados con la entrega del canal.

La influencia de Estados Unidos en panamá es innegable, más aún cuando ocuparon por tanto tiempo la zona del canal, detrás de los elementos históricos y políticos que encierra esta novela, hay una historia alterna sobre la relación entre los ciudadanos panameños y norteamericanos, en un territorio tan pequeño podría decirse que vivíamos en dos mundos distintos pero en el que se dieron inevitables acercamientos, como el que curiosamente tuvieron Las impuras con el ejercito norteamericano.

Cuando tuve esta novela entre mis manos no tenía la menor idea de qué trataba, no había leído artículos relacionados a la misma, las primeras páginas fueron duras y con el avance de los días fue más duro aún pero por el hecho de darme cuenta que este país es como Cristiana, perdimos la memoria y antes de reconciliarnos con aquellos sucesos tan dolorosos o de buscar justicia, preferimos olvidar e inventarnos otra vida. Hoy vivimos la mentira del país próspero pero con una sociedad que desconoce qué nos trajo hasta aquí.

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El surrealismo de Leonora.

«La Giganta» por Leonora Carrington

Cuando Leonora Carrington ve por primera vez las pinturas de Acimboldo en la Galería de los Uffizi,  no tiene más palabras para él que llamarle genio, es este quizás uno de los primeros acercamientos que tuvo Leonora con el surrealismo, porque su vida estaba destinada a formar parte de esto y así lo supo en el momento que Maurie, su madre, le obsequió el libro de Herbert Read: «Surrealismo», que tenía como portada «Dos niños amenazados por un ruiseñor», de Max Ernst.

A partir del momento en que Leonora Carrington y Max Ernst se conocen, confluyen en este libro los personajes más representativos del surrealismo, Breton, Man Ray, Picasso, Magritte, Luis Buñuel, Remedios Varo, entre algunos otros. Leonora se convierte en una de las favoritas de este gremio artístico originado en Francia durante los años veinte liderado principalmente por André Breton.

Pero la Segunda guerra mundial se encargaría de separarlos para luego volver a reunirlos, un encuentro fugaz en el que Leonora debe decidir entre seguir con la vida que tenía antes de la guerra y del Cardiazol que le suministraban en un sanatorio español o entrar al nuevo mundo de la mano de Renato Leduc quien bien decía: «En la vida uno debe hacer lo que le de la gana porque frase que comienza con hubiera querido, vale para una chingada»

Leonora Carrington

Leonora siempre fue de esas personas que hizo «lo que le dio la gana», desde su niñez reclamó los privilegios de los que disfrutaban sus hermanos por el simple hecho de ser hombres, lo que le llevó a tener una relación distante con su padre, pero por esa misma fuerza de mujer que va por la vida sin miedo, sobrevivió a la guerra, se mudó de continente, conquistó corazones, pintó, escribió y se convirtió en un referente importante de las artes plásticas.

Poniatowska retrata un personaje que bajó a los infiernos y que resucitó en el surrealismo, no considero que este libro sea una biografía, menos aún una crítica a su obra, se trata de un homenaje a su rebeldía, su talento y su afán por compartir su vida y sus sentimientos a través de lo que amaba, pintar.

Elena Poniatowska
columnista: Mery Giselle